Vista desde el mirador de Pan de Azúcar, Río de Janeiro, Brasil

En el barrio de Urca, justo a la entrada de la Bahía de Guanabara, se encuentra uno de los lugares turísticos de Río de Janeiro más emblemáticos, que se ha convertido en todo un icono de la ciudad, el famoso Cerro Pan de Azúcar o Morro Pão de Açúcar, como se llama en portugués.

Se trata de un espectacular pico monolítico de granito, prácticamente sin vegetación, que se alza directamente sobre el mar como parte de una península que se adentra en el Océano Atlántico. De los muchos morros que hay en la ciudad, el Cerro Pan de Azúcar es el único con estas características, lo que le confiere un encanto incomparable y permite que desde su cima, a 396 metros de altura, se tengan vistas privilegiadas de Río de Janeiro y la Bahía de Guanabara.

No se sabe con certeza de dónde proviene el nombre de Pan de Azúcar pero hay dos teorías que son las más aceptadas. La primera, sostenida por el historiador Vieira Fazenda, señala que el nombre fue dado por los portugueses entre los siglos XVI y XVII, quienes comparaban la forma del morro con la de los “pãos de açúcar” (panes de azúcar), unos bloques de azúcar de forma cónica, hechos así para transportar más cómodamente este producto a Europa desde Brasil, luego de procesada la caña de azúcar.

La segunda teoría sostiene que el nombre viene de la palabra “Pau-nh-açuquã”, que en la lengua Tupi de los indios Tamoios (primitivos habitantes de la Bahía de Guanabara) significa cerro alto, aislado y puntiagudo. Pero éste no ha sido el único nombre del morro, a lo largo de su historia, el Cerro Pan de Azúcar de Río de Janeiro ha sido conocido también como “Pot de Beurre” o “Pot de Sucre”, nombres que fueron dados por los primeros colonos franceses, y “Pão de Sucar” o “Pão de Assucar”, en portugués antiguo.

En cualquier caso, sea cual sea el origen del nombre del Pan de Azúcar, este sorprendente morro no sólo es uno de los mayores atractivos turísticos de Río de Janeiro sino que se trata de un lugar clave en la historia de la ciudad porque fue aquí, a sus pies, donde el portugués Estácio de Sá fundó la ciudad de São Sebastião do Rio de Janeiro el 1 de marzo de 1565.

Sin duda, la imagen del Pan de Azúcar de Río de Janeiro y sus famosos Bondinhos o teleféricos, surcando los aires cariocas, es una de las postales más características de la ciudad y una de las imágenes más anheladas por los visitantes.

La historia del mundialmente conocido Bondinho do Pão de Açúcar (teleférico del Pan de Azúcar), se remonta a 1912 cuando se inauguró el primer tramo del teleférico que une la Praia Vermelha (Playa Roja) con el morro de Urca, convirtiéndose en el primer teleférico brasileño y el tercero en todo el mundo y situando a Río de Janeiro como un foco de atracción turística internacional.

La idea de hacer un “camino aéreo” hasta lo alto del Pan de Azúcar fue del ingeniero brasileño Augusto Ferreira Ramos, quien dio inicio a las obras en 1910. Dos años más tarde, el 27 de octubre de 1912, las primeras 577 personas pudieron subir a la cima del morro de Urca en un teleférico de madera con capacidad para sólo 17 pasajeros, que cubría los 528 metros de extensión y 228 metros de altura, en aproximadamente 6 minutos. Pocos meses después, el 18 de enero de 1913 se inauguraba el segundo tramo entre el morro de Urca y el Pan de Azúcar, con una extensión de 750 metros y 396 metros de altura.

En la actualidad los bondinhos (teleféricos) que circulan en cada tramo lo hacen de forma independiente y pueden transportar hasta 65 pasajeros cada uno. Los 3 minutos que dura cada recorrido son un fascinante viaje con vistas de 360°, gracias a que las paredes laterales de las modernas cabinas están hechas de plexi glass transparente.

Desde allí la altura es perfecta para observar el barrio de Urca (dónde reside gente famosa como el cantante Roberto Carlos), la playa de Flamengo, el espectacular despegue y aterrizaje de los aviones en el aeropuerto Santos Dumont, e incluso, y si el día está claro, distinguir las construcciones más características del centro histórico de Río de Janeiro, como la singular estructura cónica de la Catedral Metropolitana. Por otro lado, debido a la diferencia de altura entre el Morro de Urca y el Pan de Azúcar, puede ocurrir que desde Urca la visibilidad esté despejada mientras que la cima del Pan de Azúcar esté cubierta por nubes o niebla.

En la cima del morro de Urca hay además, una sala de exposiciones llamada Cocuruto, donde se puede hacer un recorrido por la historia del teleférico del Pan de Azúcar; una amplia zona de descanso con restaurantes, puestos de comida rápida, tiendas de recuerdos y servicios, llamada Espacio Bahía de Guanabara; un gran Anfiteatro donde se realizan diferentes tipos de eventos y, una plaza conocida como la Plaza de los Bondes ya que allí se exhiben los antiguos bondinhos, que operaron a lo largo de los más de 100 años de historia del Camino Aéreo del Pan de Azúcar. Aquí en Urca está ubicado uno de los dos helipuertos más usados para realizar los vuelos panorámicos sobre la ciudad de Río de Janeiro, el otro se encuentra en la Laguna Rodrigo de Freitas.

La segunda parada de la visita es, por supuesto, la cima del Pan de Azúcar desde donde se tienen vistas impresionantes del Morro del Corcovado y su sorprendente Cristo Redentor, de la ciudad de Niterói cruzando la bahía hacia el este y de la preciosa curva de arena blanca que forma la playa de Copacabana.

Nada como disfrutar de una tradicional caipirinha (bebida típica brasileña a base de aguardiente de caña) o de un dulce y energético suco (zumo/jugo) de açai (fruto rojo típico de Brasil) mientras se contemplan las vistas.

Contemplar Río de Janeiro desde las alturas es una experiencia que no hay que perderse y si es posible hay que hacerlo un par de veces, una durante el día con la claridad de la luz del sol, y otra al atardecer cuando las primeras luces empiezan a iluminar la ciudad regalando una imagen diferente e igual de inolvidable.

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