Monte do Gozo, Santiago de Compostela, Galicia

¡Ya se ve la Catedral de Santiago! Esta es sin duda la exclamación más escuchada en el Monte do Gozo, una de las localizaciones más emblemáticas del Camino de Santiago. Es precisamente en este punto estratégico, una colina a tan solo 5 kilómetros de la ciudad de Santiago, donde por primera vez los peregrinos llegados a ciudad santa pueden ver las torres de la catedral a lo lejos, de ahí su simbolismo.

Tradicionalmente siempre ha sido uno de los puntos más emocionantes del Camino de Santiago. Tras muchos meses o incluso años peregrinando a la capital compostelana, expuestos a las inclemencias del tiempo, la miseria y a los asaltantes del Camino, se cuenta que los peregrinos medievales se derrumbaban de emoción al subir al Monte do Gozo. Su epopeya personal llegaba a su fin esos días y subir al monte era la confirmación de que la meta estaba ya al alcance de la mano.

El Monte do Gozo es una elevación a las puertas de la ciudad y un lugar donde tomarse un merecido descanso antes de partir en dirección a la catedral de Santiago. Se encuentra en la aldea de San Marcos (parroquia de Bando), y está presidido en todo lo alto por un espectacular monumento conmemorativo que protagonizan dos peregrinos. Este monumento, levantado en 1993, está dedicado a la visita del papa Juan Pablo II en 1989 a Santiago de Compostela con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, un acto que ayudó enormemente a popularizar el Camino de Santiago en el mundo.

En español, Monte del Gozo; en francés, Montjoie, de donde deriva el término gallego Monxoi, también utilizado para referirse a este lugar. Se trata de una colina (380 m) situada en el Camino Francés, apenas 5 km antes de la meta en Santiago de Compostela. Aquí los peregrinos de esta ruta, en la que confluyen el Camino del Norte y el Primitivo, divisaban por primera vez la ciudad de Santiago y su catedral. Era -y sigue siendo- un momento de gran felicidad. De ahí el origen del topónimo.

Esta colina ya aparece nombrada en el Códice Calixtino, en el s. XII, refiriéndose a él como “Mons Gaudii”.

Recibe el nombre de Monte do Gozo desde la Edad Media, con la consolidación de las peregrinaciones ultrapirenaicas. El Codex Calixtinus (s. XII) ya lo cita en latín como Mons Gaudii [Monte do Gozo] y los peregrinos franceses se referían a él, en el mismo sentido, como Montjoie, topónimo de gran tradición jacobea. Otros santuarios famosos, como Jerusalén, Roma y Oviedo, disponían también de sus Mons Gaudii desde los que los peregrinos divisaban por vez primera el lugar sagrado.

Ahora, como antaño, se alcanza el Monte do Gozo tras atravesar la inmediata aldea de San Marcos, con una disposición lineal de sus casas que habla a las claras de una vinculación caminera. La pequeña y sencilla capilla de San Marcos marca el acceso al monte, que sufrió modificaciones desde la Edad Media, por lo que es difícil precisar cuál era el lugar exacto desde el que se divisaban por vez primera las torres de la catedral. Actualmente ese punto es el mirador del monte, identificable por dos esculturas de peregrinos históricos allí colocadas en el Año Santo de 1993, realizadas por el escultor gallego Acuña.

Esta tradición milenaria es reeditada en la actualidad por centenares de miles de peregrinos del Camino Francés (donde confluyen otras rutas como el Camino del Norte y Primitivo) cuando terminan su aventura. En la Edad Media era también tradición que muchos peregrinos decidieran caminar desde este punto hasta la catedral de Santiago (5 km) descalzos. Por otro lado, los que peregrinaban a caballo, avanzaban desde este punto caminando con las riendas en las manos, tal y como se cuenta llegó a Santiago el rey Alfonso XI.

HISTORIA

Las primeras menciones de este lugar se remontan al siglo XII. Se le identifica con una capilla para el culto, en el lugar ocupado por la actual de San Marcos y surgida, sin duda, para facilitar la oración de los peregrinos recién llegados, y con uno de los milagros de Santiago más difundidos del Codex Calixtinus, al ser recogido en la exitosa recopilación de vida de santos de la Leyenda dorada (s. XIII) y por artistas como Juan de Orvieto, que en 1441 lo reproduce en la iglesia romana de Araceli.

Es el milagro protagonizado, en 1080, por veinte caballeros de Lorena (Francia), que ante las penalidades del Camino se juran protección mutua. Sin embargo, uno de ellos cae enfermo y es abandonado en los Pirineos por todos los compañeros, excepto uno. Tras fallecer, Santiago lo transporta milagrosamente a caballo, al Monte do Gozo. El Apóstol pidió al caballero que había permanecido con el muerto, a quien también lleva consigo en el milagroso viaje hasta el monte, que comunicase a los demás, al llegar, lo inútil que resultaba la peregrinación que estaban realizando. Era, por tanto, el Monte do Gozo un lugar con una connotación singular ya en los siglos XI y XII.

Son varios los relatos que recogen el momento de la llegada al monte, pero ninguno lo ha hecho con el detenimiento y la emoción que se advierten en la famosa descripción del peregrino italiano Domenico Laffi (s. XVII), embargado por la felicidad y la emoción: “Llegamos a la cima de una colina llamada Monte do Gozo, desde donde contemplamos la tan deseada ciudad de Santiago, a media legua de distancia. Al verla, caímos de rodillas y comenzamos a llorar de alegría y a cantar el Te Deum. Pero no pudimos recitar más de dos o tres versos porque la gran cantidad de lágrimas vertidas por nuestros ojos no nos dejaba articular palabra. La emoción que estremecía nuestros corazones y los continuos sollozos nos obligaban a detener el canto, hasta que por fin desahogados por el llanto, que poco a poco fue cediendo, volvimos a entonar el comenzado Te Deum y de este modo, cantando, hicimos el descenso hasta la ciudad, que es hermosa y grande y siempre en obras; terminado el burgo, llegamos a la puerta.”

Eran muchos los peregrinos que decidían hacer descalzos los 5 km que faltaban hasta la catedral. Los que iban a caballo descabalgaban y hacían a pie este último tramo. Resultaba un gesto de respeto y agradecimiento y de contenida expresión de la alegría por la inminente llegada.

POR SIEMPRE SIMBÓLICO

Toda esta carga espiritual y emocional hizo que en el apartado lugar del Monte do Gozo compostelano fuese posible ganar indulgencias, como ya afirma Purchas, el anónimo peregrino inglés del siglo XIV.

Atendiendo también a las razones expuestas, fue escogido para que el papa Juan Pablo II celebrase los actos centrales del Encuentro Mundial con la Juventud de 1989, uno de los acontecimientos que más difundieron la imagen de Santiago en el mundo actual.

En 1992, a las puertas del Año Santo compostelano de 1993, gran parte de los terrenos del Monte do Gozo se destinaron a un complejo recreativo y de acogida a los peregrinos promovido por el Gobierno autonómico gallego. El proyecto contó con las protestas de ciertos colectivos del Camino que veían en él una traición al sentido histórico del lugar. El complejo lo preside, en la cumbre principal, situada en las inmediaciones de la capilla, un monumento de cerámica, acero y piedra, tampoco exento de polémica en sus primeros tiempos. Lo realizó en 1992-1993 la artista brasileña Yolanda d’Absburg.

Entre amplias zonas verdes, los 60.000 m2 urbanizados dan cabida al principal grupo de edificios residenciales y de servicios para peregrinos de Santiago, con 800 plazas. Dispone también de un camping, del Centro de Pastoral Juvenil Juan Pablo II y de un auditorio al aire libre.

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